MIS GRANDES NOCHES CON LOS STONES: (1) LISBOA, 29 DE MAYO DE 2014

Meses y meses esperado... cruzando los dedos para que no apareciera ningún problema de salud, para que nada se torciera -cosa que suele ser habitual en el mundo de los Stones- y por fin, empieza la nueva gira europea de los Rolling Stones, la banda que todos los que me conocéis aunque sea superficialmente sabéis que lo son todo para mi.

El grupo que me enseñó lo que era el rock, que me abrió sus puertas, como siempre digo, el que me envenenó y me inoculó la droga del rock´n´roll, bien fuera a través de la lengua bífida del Mick Jagger más lascivo, del aguijonazo guitarrero del Keith Richards más cabrón, metiéndome en mi ritmo cardiaco el ritmo de Charlie Watts, sea como fuese, si hoy soy lo que soy, sea para bien o para mal, fue por ellos. Por sus putas majestades satánicas del rock´n'roll, los grandes, los inmensos, los miserables, los jodidos, los putos amos de todo esto, los putos Rolling Stones.

Y como pasa siempre que empieza una gira de estos capullos, ya estoy que casi no duermo por las noches, no dejo de mirar webs y webs, busco info de todo tipo, esperando que llegue el día, o mejor dicho, la noche en la que vuelva en estar agarrado a la valla de seguridad de la primera fila, dispuesto a disfrutar de un orgasmo de dos horas de duración. O lo que es lo mismo, un concierto de los Rolling Stones. La experiencia más maravillosa, intensa, emocionante e impactante que puede vivir un amante del rock.

Inicio hoy una serie de blogs dedicados a mis experiencias con los Rolling Stones, a mis mejores conciertos. De entrada digo que aunque algunas me han gustado más que otras y en unas he disfrutado más que en otras obviamente, cada noche que me he cruzado en un concierto con los Stones, he vivido auténtica magia. Las veces en las que la magia ha estado más presente – magia negra, obviamente- son las que os relato en esta serie, que salpicaré con algunos relatos que como se suele decir, y no es un llamativo recurso literario, son lo que en las películas americanas se denominan Based on a true story

Señoras y señores, sean bienvenidos y bienvenidas al corazón Stone de uno de sus millones de fans, que tan solo aspira a compartir con tantos otros más esos momentos de magia, felicidad, ilusión, que aspiro a volver a vivir en este verano de 2018 en el segundo tramo del No Filter Tour.

ROCK IN RIO, LISBOA, 29 DE MAYO DE 2014

Esto es una suerte de tradición que se repite en muchas de mis mejores experiencias con los conciertos de los Rolling Stones. El Rock in Rio del 2014 era un concierto al que en principio no tenía pensado ir por acumulación de trabajo, plazos en la entrega de un libro que tenía contratado con Quarentena Ediciones, y porque además se habían agotado las entradas, que eran las más baratas de la gira.

Escasamente tres días antes, ya a última hora, cuando estaba solo con Mariskal Romero en la redacción de la Heavy, alrededor de las 21.45 de la noche, Romero sale de su despacho y me dice: “Oye, hay un corresponsal de una agencia que ha cancelado su viaje a Lisboa por un problema personal y hay un pase de prensa libre para los Stones en el Rock in Río ¿quieres ir?”

Cuando lo recuerdo, os aseguro que todavía me pega un vuelco el corazón exactamente igual que cuando Romero me hizo esa pregunta. “Joder, ¡¡Claro que sí!!” y me faltó el tiempo para telefonear a mi primo Juan Caveda, quien tan solo una semana antes me había preguntado si iba a ir a Lisboa, porque ya había quedado con la cuadrilla de fans de los Stones de Bilbo y Vitoria, Imanol, Santi y Manu, para ir en furgoneta desde Bilbo a Lisboa con parada en Madrid para recogerle. En 30 segundos, ya tenía mi pasaporte y medio de locomoción para disfrutar de un nuevo concierto de los Stones aparte del de Madrid, para el cual tenía entrada desde hacía meses antes.

Como siempre, el viaje fue fabuloso de principio a fin. En las cuatro horas que tardamos desde Madrid a la capital portuguesa, música de los Stones en la furgoneta e interminables charlas recordando mil y una anécdotas de otras giras, momentos memorables en los conciertos, y al llegar, una cena en un restaurante cercano al hotel donde nos alojamos, una anécdota que cada vez que la recuerdo, no puedo dejar de acordarme de la mítica noche de Xixón en 1995 que relaté en mi libro sobre los Roling Stones en España acerca de aquel disco-pub en el que en la víspera del concierto, conocimos una camarera mozambiqueña guapísima con la que mi primo y yo tratamos de ligar en un estado de incontenible euforia provocado por el alcohol que recuerdo que a ella le provocó innumerables carcajadas. Bien, pues en ese restaurante, la camarera que nos atendía era otra preciosidad mulata, con una sonrisa maravillosa, simpática, sensual, sugerente... hice un par de bromas con ella a ver si la cosa funcionaba, pero en seguida me enseñó su anillo de casada... Bueno, ya solo por curiosidad, le pregunte de donde era, por que por su físico se me antojaba cubana, pero me dijo: “Eu só de Mossambique”.

Esta claro que existe una suerte de triángulo kármico entre los Rolling Stones, Mozambique y yo.

Al día siguiente, desde primera hora de la mañana, listos para correr raudos en cuanto se abrieran las puertas para poder ganar la primera fila. Y lo logramos. A pesar del maldito lector electrónico de entradas, que resulta que no leía la mía... una vez que por fin la leyó, pocas veces he corrido más en mi vida para poder estar lo más cerca posible del escenario.

A lo largo del día hubo varias actuaciones – no olvidemos que se trataba de un festival, en este caso el Rock In Rio- de las que recuerdo que me gustaron especialmente dos de ellas: Xutos E Puntapés, banda a la que no conocía y de la que posteriormente supe que eran toda una leyenda en Portugal, uno de los pioneros del punk rock en el país vecino y hermano y que me parecieron un grupo sensacional, y Gary Clarke Jr, un joven bluesmen negro americano que hizo un show que no podía ser más adecuado para lo que se nos avecinaba.

A pesar de que estábamos a 29 de mayo, lo cierto es que ya bien entrada la noche, hacía bastante frío en Lisboa y yo eché de menos haberme dejado en el hotel la zamarra vaquera que me había traído, pero en cuanto se apagaron las luces... la temperatura me subió por lo menos diez grados. Una vez más, el pulso cardiaco, entre toda la emoción, todos los gritos, esa tensión colectiva que se desata mientras en plena oscuridad aparece la lengua stoniana en la pantalla que corona el escenario, se me acelera y casi contengo la respiración hasta que por fin, aparece el primero en el escenario Keith Richards y ataca el riff de “Jumpin´Jack Flash” ¡¡WUUUAAAOOHH!!

Y la banda nos regala, por lo menos a mi, me regala una de sus noches más vibrantes, emotivas y geniales de los últimos años. Sobre todo por tres momentos irrepetibles en aquella gira: el primero, la inesperada aparición de Bruce Springsteen en el escenario para hacer con ellos “Tumbling Dice”, un “Tumbling Dice” magnífico, en el que Springsteen se nota que disfruta de estar en el escenario con los Stones y que marca uno de esos momentos difícilmente repetibles en una gira de la banda. El segundo, la mini-jam session que Gary Clarke Jr hizo con ellos en “Respectable” - mi canción favorita de 'Some Girls' y que he tenido la gozada de poder disfrutar en más de un concierto con ellos- tema que para mi sería siempre innegociable en un set-list de gira y por supuesto, “Midnight Rambler”, que contó además en esta ocasión con la participación de Mick Taylor.

Keith Richards, en el mini-documental previo al show del DVD 'Sweet Summer Sun', decía acerca de Mick Taylor: “¿Donde has estado todo este tiempo, grandullón? Ha sido maravilloso volver a tenerle con nosotros. Sobre todo, porque desde que se marchó, nunca hemos vuelto a hacer “Midnight Rambler” como cuando él estaba”. Toda la razón. “Midnight Rambler”, que es para mi siempre el punto culminante de un concierto de los Stones, esa noche, con Mick Taylor en el escenario, fue para mi lo más parecido a morir de placer. Para mi, una de la mejores épocas de la historia de los Rolling Stones es el periodo comprendido entre 1968 y 1972, con álbumes como 'Let It Bleed', 'Sticky Fingers' y por supuesto 'Exile On Main Street' tuvo como parte integrante fundamental a Mick Taylor y desde hace años, había perdido la esperanza de volver a verle algún día de nuevo en un escenario con los Stones. Ya lo disfruté en Hyde Park en 2013, pero esa noche en Lisboa fue si cabe más emocionante todavía.

E inevitablemente, cuando Keith Richards se puso delante delante del micro y susurró: “Is called “You Got The Silver” y su aguardentosa voz y su slide me llevaron muy lejos de este mundo, os aseguro que lo recuerdo ahora y todavía se me hace un nudo en la garganta.

Una de las noches que siempre recordaré con los Stones.

(Fotos: Domingo J.Casas)




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