A 27 DE MAYO DE 2019
Reflexiones para compartir sobre las
circunstancias que han llevado a Podemos a los resultados actuales, que han
quedado lejos de lo deseado por toda la organización.
MADRID, MADRID, MADRID…
Primero, y contra la opinión de mucho ignorante
que opina sin conocer la realidad, recordad que Podemos, en una decisión discutible o no, no se presentó al ayuntamiento de Madrid ante la aparición de la
operación MM. De hecho, una de la razones básicas que ha hecho que Cibeles
vuelva a estar e manos de la derecha es precisamente la falta de credibilidad del salto sin paracaídas de Carmena y el
desánimo de los votantes ante la marginación de Podemos por parte de la
alcaldesa.
Madrid, la capital del estado, la joya de la
corona, es una de las armas que estando en la mano de cualquier fuerza
política, le proporciona una relevancia social y mediática que se proyecta a
nivel de todo el estado. Por ese motivo era absolutamente fundamental arrebatar
a una formación como Ahora Madrid esa alcaldía. Siendo en 2015 Ahora Madrid una
formación que consiguió unir a toda la izquierda en un proyecto que despertó
una enorme ilusión y no teniendo fuerza en el consistorio como para bloquear la
aplicación de su programa ¿qué había que hacer? Minarla desde dentro.
¿Cómo hacerlo? Montando la operación empanadillas, una jugada que a la derecha y las élites financieras y
mediáticas, hay que reconocerlo, les ha salido redonda. Una operación que se
proponía un triple objetivo: desgastar, dividir, fragmentar y hacer restar credibilidad
a Podemos como organización política, dividir el voto de la izquierda y ante
esa división, o bien recuperar para la derecha la alcaldía o debilitar a
Carmena, caso de que ganase, para que tuviera que depender del PSOE o de los
naranjas y de esa manera, poner en marcha el pelotazo especulativo de la
Operación Chamartín. Convenciendo a Errejón y sus camarillas, que jamás
aceptaron perder VA II de que hicieran de cooperadores necesarios – o más bien
tontos útiles- de la jugada, lograron de hecho que ya en la parte final de su
mandato, Carmena empezara a entrar en ese juego rompiendo abruptamente con
Podemos e incluso despreciando públicamente a personas como Julio Rodríguez. “Y que hago con este? ¿le pongo a dirigir la
policía municipal?” llegó a decir en una rueda de prensa.
DESMONTANDO EL MITO CARMENA
Hasta que finalmente se quitó la careta y
demostró a las claras que era una abierta enemiga de Podemos, Carmena jugó muy bien a dos bandas: por
un lado, puso en marcha proyectos que indudablemente han sido positivos para
Madrid y de los que en modo alguno desde la izquierda hay que renegar. Madrid
Central ha descongestionado en gran medida a la capital de la polución
insoportable que padecía, hizo posible unos presupuestos participativos en los
que se fomentó la implicación activa de la ciudadanía en la gestión directa y
colectiva de espacios de proximidad y proyectos para los barrios y en cierta
manera, le dio un aire nuevo a la ciudad, de eso no cabe duda, sobre todo
porque dio la impresión de que en efecto, Madrid iba a cambiar. La imagen de la
abuelita simpática y progre, que traía reyes magos modernos, apoyaba a los
refugiados y rompía con la fachería y la carcundia siniestra de los Gallardón,
Aguirre o Botella.
Pero había otra Carmena. La que claudicó ante
la derecha a las primeras de cambio, la que reculó ante el caso Titiriteros, destituyó
a Carlos Sánchez Mato y marcó definitivamente a los seis concejales que no
votaron el Plan Económico Financiero de la capital, la que en cultura se cargó
el festival rock villa de Madrid, convirtió m21 radio en un chiringuito de
dinosaurios de radio 3 y se negó a contestar la carta que se le hizo llegar por
conducto oficial de la Plataforma de afectados por la nefasta gestión de las
dos incompetentes que ganaron el concurso público y la que llegó a
solidarizarse con un golpista como Guaidó. Y esa Carmena, que ganó en gran
medida en 2015 gracias al gran apoyo que le dio el voto del sur de Madrid, ha visto como ese electorado de izquierda
que se ha sentido defraudado y engañado, le ha retirado su apoyo.
De ahí que quienes todavía digan estupideces
como que la izquierda ha perdido la alcaldía de Madrid por culpa de Podemos
–esa es la versión oficial que está haciendo circular la derecha mediática-
deben enterarse de algo que se dijo con toda claridad cuando Errejón y su
aliada presentaron su engendro político: Podemos fue marginada y excluida
expresamente de esa operación como fuerza política. Y ahí están los resultados.
Por cierto, ¿alguien ha pedido la dimisión de Errejón tras este espectacular
“éxito”, perdiendo ayuntamiento y comunidad? Obviamente no. Quienes desde
los medios de comunicación correa de transmisión del poder le hicieron creerse
que era el nuevo gran líder de la izquierda guay, quizá no le den aun por
amortizado.
COMUNIDAD DE MADRID: EL HOTEL DE LOS LÍOS
Cuando Iñigo Errejón fue proclamado tras una
amplia consulta a las bases de Podemos en la CAM como candidato oficial a la
presidencia de la Comunidad, desde la dirección de Podemos en Madrid se
demostró una enorme generosidad con él amparada en la idea de que ofrecerle la
posibilidad de seguir trabajando para el proyecto desde una plataforma como
Madrid, en un momento en el que el descredito de Cifuentes y del PP crecía dia
a dia, escándalo va, escándalo viene, le colocaba en una inmejorable posición
para haber hecho una buena labor de integración, unión y cohesión que habría
trasladado al electorado de Madrid la sensación de unidad y fortaleza que debe
transmitir una fuerza política que aspira a gobernar o que aspira a ser como
mínimo, clave en la formación de un gobierno.
Con su torpe y mediocre maniobra, creó un
desánimo muy grande entre amplios sectores que obviamente, no iban a dar su
confianza a alguien que hizo lo que hizo en el famoso pacto de las empanadillas.
La posterior dimisión de Ramón Espinar y
por ende, la disolución del Consejo
autonómico dejó la dirección de Podemos en Madrid en una situación
dificilísima de resolver y teniendo que preparar unas elecciones autonómicas
con el desgaste que supuso la operación MM, compitiendo contra un Errejón
apoyado incondicionalmente por los medios de comunicación en un tiempo record.
Si a eso se le suma el desgaste que supuso
igualmente la dimisión de Lorena Ruiz Huerta, en medio de todo ese desastre los
resultados de la candidatura liderada por Isa Serra, obviamente, están lejos de
haber sido los esperados, pero han demostrado que ante la concatenación de
problemas, crisis y callejones sin salida a la que las circunstancias llevaron
a Podemos Madrid, mantienen a Podemos como una fuerza viva en la CAM, con una
militancia concienciada y movilizada como pocas, que ha resistido el envite y
se ha reivindicado a pesar de todo como la única fuerza socialmente establecida
verdaderamente de izquierdas de la comunidad, cuando no eran pocos los que
pensaban que sería literalmente fagocitada por el PSOE y MM.
LOS OTROS FRENTES
El bochornoso espectáculo provocado por los MM,
aunque afectara en términos de voto solo a Madrid, es indudable que ha trasladado a toda España la imagen de
una organización fragmentada, desangrada en luchas de poder internas, a lo
que si se suma el ataque cada vez más venenoso de la derecha con sus mentiras e
intoxicaciones constantes y la fractura producida en la confluencias de
territorios tan importantes como Valencia y Galicia, explican en parte la
pérdida de confianza, traducida en pérdida de voto, que Podemos ha sufrido, a
pesar de que siga teniendo opciones de ser una fuerza decisiva en Canarias,
Asturias o La Rioja.
Diferente es el caso de Barcelona. Recordemos
una vez más que aunque la relación con los comunes era muy estrecha y existía
una gran sintonía en la filosofía política que ambas formaciones tenemos, PODEMOS NO SE PRESENTABA COMO TAL en
Barcelona, y es inevitable que cuando el estado español mantiene en la
cárcel a presos políticos catalanes represaliados por su lucha por ejercer el
derecho a decidir, el catalanismo político y toda su base social cierre filas
en torno a sus propias fuerzas. Y aún así, recordemos que hubo casi un empate
técnico entre ERC y los comunes, pero… mientras no exista una solución política
dialogada y democrática al conflicto entre Catalunya y el estado español, todo
estará marcado por la herida abierta por este conflicto.
AUTOCRITICA Y SOLUCIONES
A la mañana siguiente a la jornada electoral,
el compañero Pablo Iglesias admitía con claridad que los resultados han sido
malos y que era el momento de hacer autocrítica. Esa autocrítica evidentemente,
debe ser meditada, rigurosa, pensada profundamente y sobre todo, debe hacerse
de forma colectiva, poniendo en común todas nuestras ideas y sobre todo, en el
objetivo de toda vez diagnosticado el problema, articular propuestas de
solución. Yo propongo aquí algunas, que por supuesto discutiré y compartiré con
todos y todas mis compañeras de Podemos.
Sin dejar de tener en cuenta que gran parte de
nuestro desgaste es consecuencia de la deslealtad y el egoísmo individual de
determinadas camarillas, convenientemente apoyadas, amplificadas y
engrandecidas por las elites de poder y las cloacas del estado así como del
ataque mediático constante de los medios que nos tienen declarada la guerra,
creo que ante esta situación Podemos no
ha tenido capacidad de reacción.
La maniobra para dividir y fragmentar la
organización, primero, todos y todas cometimos el error de no verlo venir, de
no intuir que la labor de zapa que los que acabaron en la aventura MM venían
haciendo desde hace años tenía como objetivo hacer lo que hicieron, nos pilló a
todas con el pie cambiado. La sensación de debilidad que se transmitió no fue
contrarrestada con una política de comunicación más enérgica, más contundente. Se transmitió al electorado convicción,
honestidad y un proyecto de país, sin duda, pero no desde una organización que
transmitiera sensación de fortaleza, de resistir los ataques y saber blindarse.
Cara a un futuro, tener una organización fuerte y saber transmitir esa
fortaleza nos hará recuperar más credibilidad y más confianza entre toda la
gente que comparte nuestra idea de cambio.
Para lograr imprimir a Podemos esa sensación de
fortaleza, tenemos que conseguir no solo parecerlo sino serlo, y eso pasa
necesariamente por acabar con las
divisiones internas en base a unos estatutos y una estructura organizativa
interna que haga cumplir esos estatutos aprobados en lo que previsiblemente,
dentro de algún tiempo será un VA III. Podemos, como herramienta de
construcción de movimiento popular, de cambio radical, de transformación
profunda de las estructuras económicas y sociales de este país, tiene que ser
una organización abierta, plural, radicalmente democrática, horizontal y
participativa, pero no puede consentir en modo alguno que esa organización
permita las camarillas, los grupúsculos que pretendan convertirse en grupos de
presión al margen del funcionamiento interno y la creación de facciones. Eso
destruye la confianza de nuestra gente, desanima a la militancia y mina la
estructura que tanto trabajo cuesta conseguir. Y alimenta uno de los peores
vicios en los que puede caer una organización política: el derrotismo. No podemos permitirnos ni una sola actitud
derrotista.
Hay ámbitos de la sociedad en general en donde no hemos conseguido que nuestra actuación política sea
suficientemente conocida y valorada. Si bien es cierto que el trabajo de
Podemos para la defensa del taxi frente a las VTC ha sido excelente, ha sido un
sector social al que hemos ganado claramente para nuestras posiciones, así como
el del feminismo y la lucha de las mujeres o los pensionistas, creo que es
evidente que hay ámbitos en los que hay que poner el acento mucho más: el mundo rural, los jóvenes y el mundo de
la cultura son entre otros, algunos sectores en los que Podemos tiene que
crecer mucho más, y eso requiere una estrategia de acción política mucho más decidida, e impulsada tanto desde los
círculos, como desde la dirección del partido.
Con toda seguridad, hay mucho más que analizar,
discutir y estudiar. Es el momento de la autocrítica, sí, pero también el de
reafirmar nuestros principios y no dejarse llevar en ningún momento por el
derrotismo, la melancolía de tiempos pasados mejores o el “no se puede”. Eso es
lo que buscan nuestros enemigos. Trabajar por blindar la organización, redoblar
esfuerzos y además hacerlo con convicción, con entusiasmo, con alegría, desde
la solidaridad, el compañerismo y la unidad es lo que nos hará más fuertes y
nos hará recuperar no solo el terreno perdido, sino crecer más aún, que es lo
que este país necesita, un Podemos fuerte, enérgico, ilusionado y capaz de dar
la batalla en todos los frentes. En nuestras manos está el materializarlo.
¡SI SE PUEDE!
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